Viernes, Abril 19, 2024
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Mi bebé y el gateo

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(FOTO: serpadres.es)

LOS BENEFICIOS DEL GATEO

El paso previo a los primeros pasos del bebé, es el inicio del gateo. Esta peculiar manera de moverse nos parece de lo más normal, una etapa más en su desarrollo psicomotor. Suele empezar entre los primeros 6 a 10 meses del nacimiento y requiere de una gran coordinación de brazos y piernas. Además, tiene una consecuencia a nivel motriz, intelectual y emocional. A continuación, te presentamos los beneficios que el gateo puede tener en el crecimiento de tu pequeño.

  • Favorece el desarrollo de la musculatura

Los brazos y las piernas cogen más fuerza al gatear. Se tonifican adecuadamente los músculos, que más adelante permitirán que el niño mantenga la columna perfectamente recta cuando esté maduro para ponerse de pie.

  • Favorece la coordinación entre lo que el ojo ve y lo que la mano y el pie hacen

Este aspecto es importante porque después al niño le será más fácil caminar si coordina bien los pies. Hay niños que se tropiezan con mucha facilidad porque no coordinan de manera adecuada.

  • Favorece el equilibrio

La cabeza y el cuerpo están en distinto plano y el niño tiene que aprender a no irse para los lados o hacia delante. Tiene que mantenerse estable sobre cuatro apoyos, para después hacerlo sobre dos.

  • Favorece la conquista del entorno (por ejemplo, el cambio de ambiente o calcular distancias,)

El bebé que gatea está obligado a calcular las distancias para no chocarse con una pared o una puerta, ya que la cabeza va siempre por delante cuando está gateando.

 ¿QUÉ PASA SI MI BEBÉ NO GATEA?

Sin embargo, hay algunos bebés que se saltan la fase del gateo y dan sus primeros pasos de frente. Según el pediatra Alvaro Altamirano, la acción de gatear es positiva para el desarrollo del bebé. Pero, ¿qué ocurre si no gatea? Pues la gran diferencia se presenta a la hora de dominar el suelo ‘a cuatro patas’: qué hace un bebé cuando comienza a caminar y se cae.

El bebé que controla mucho el suelo, producto de un gateo previo, sabe qué hacer, mientras que el que el pequeño que camina sin haber gateado no tanto. Uno es capaz de desplazarse o levantarse y al otro le cuesta más. Por ejemplo, un bebé que no ha gateado puede caer al piso y llorar desesperadamente hasta que alguien lo socorra para ponerlo de pie. Uno que ha gateado probablemente se levante y continúe la fase de exploración de su espacio.

Pero si es el caso de tu bebé, no debes preocuparte. Según el pediatra, no gatear no es síntoma de que le pueda pasar algo más adelante. Es cierto que no es lo más habitual, pero eso no significa que tenga algún problema neurológico. En otras ocasiones, es posible que el bebé no gatee por culpa de los padres. Hay quienes prefieren no poner a su bebé en el piso porque está frío, sucio o tienen temor de que pueda coger algún desperdicio. Lo ideal es ponerlo en el suelo y vigilarlo permanentemente, estar a su lado y compartir el espacio para que el pequeño no se sienta abandonado en un medio en el que aún no sabe desenvolverse.

Por otro lado, hay bebés que no gatean porque sus padres le estimulan mucho más a estar de pie. El peor enemigo para un bebé que quiere aprender a andar por si solo es el andador. Lo único que se consigue con este aparato es que el bebé tenga todo el interés motriz en desplazarse de ese modo y ninguno en una manera de desplazarse donde esté atento a todo lo que pasa en su alrededor, los obstáculos que pueda encontrar en el suelo, los peligros que existan en el ambiente, etc.

El pediatra recomienda que, si un bebé muestra interés por gatear, lo más adecuado es dejarlo, no reprimir su interés por conocer el espacio, pero estar siempre a su lado. Por ello, el consejo es el siguiente: si quieres que tu bebé gatee, permíteselo y no lo pongas de frente a andar

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